Phibrizoq, verano, alcohol, coming out!

Situación: Vacaciones en San Bernardo en un departamento con cinco amigos, entre ellos Iván, quien me calentaba (y me sigue calentando) mucho, junto a su novia Flor. Yo había tomado tres o cuatro vasos de caipiroska, y me agarró un pedo que provocó que empezara a decir todo lo que sentía y pensaba. Afortunadamente todo este intercambio fue con muchas risas y carcajadas en el medio.
Yo: Iván, te quiero muchísimo, en serio
Iván: Yo también Fabro, yo también.
Yo: Iván, te re doy. Pero no te preocupes Flor, no te voy a cagar, a Iván no le gustan los hombres, y además ustedes dos hacen re linda pareja. Por favor, no se peleen, yo sé que se re aman. Flor, cuidalo mucho a Iván, tenés un novio re bueno, te quiere, es re lindo…
Flor: Quedate tranquilo Fabro, yo lo cuido.
Yo: Te doy Iván, pero no te preocupes, yo te respeto y nunca te voy a hacer nada. Pero sabélo que te quiero muchísimo. Sos el que más quiero de mis amigos hombres… ¡te conozco desde sexto grado! ¿Vos me querés igual aunque yo te dé?
Iván: Sí, Fabro, te quiero mucho
Yo: Gracias… Lucas, yo también te quiero, pero no te preocupes que no te doy.
Lucas: Está bien, Fabro, nosotros también te queremos
Yo: Pampín, te quiero muchísimo también, sos re buen pibe… no te preocupes igual que a vos no te doy.
Pampín: Yo también te quiero, Fabro.
Yo: A vos también te quiero Guido, pero no te…
Guido: Sí, ya sabemos… Al único al que le das es a Iván.
Yo: Sí…. Ay, chicos los quiero mucho, ¡quiero un novio!
Lucas: Yo también quiero una novia, ya vamos a conseguir todos.
Yo: ¿Ustedes me aceptan a pesar de todo?
Lucas: ¡Sos Fabro! ¡Obvio que te aceptamos!

Repetí varias veces lo mismo explayándome más. Luego volví con Guido al departamento que había alquilado con él y dos amigas, las cuales ya sabían de mi sexualidad. Me vomité la vida y me sentí muy mal, pero al día siguiente fui muy feliz contándole a las chicas todo lo que había dicho y el peso de encima que me había sacado. Les mandé un mensaje a los chicos agradeciéndoles por bancarme y diciendo que todo lo que había dicho era verdad. "Está todo perfecto" me respondieron, y al día siguiente me trataron como siempre me habían tratado, aunque ahora podía hacer comentarios que antes reprimía. Precisamente ese "¡Sos Fabro! ¡Obvio que te aceptamos!" que Lucas me dijo me quedó grabado muy hondo, y siempre que lo recuerdo me pone feliz, porque me mostró que mis amigos me querían por ser quien era, y que les chupaba un huevo lo demás.

Esa salida del clóset fue definitivamente el mejor momento de todo el verano. Lo que me gustó fue que lo pude hacer de una manera muy natural, y no como una "confesión", cosa que lamentablemente se me hubiera dificultado sin el alcohol.